El gigante aeroespacial Boeing ha enfrentado un trimestre lleno de desafíos, pero hoy miércoles 24 de abril informó resultados mejores de lo esperado, lo que indica una luz al final del túnel en medio de la turbulencia que ha enfrentado, especialmente con su avión 737 Max.
A pesar de una pérdida de $355 millones en el primer trimestre, el gigante de la aviación sorprendió al mercado con una quema de efectivo menor a la prevista. Quemando $3,900 millones, la cifra estuvo por debajo de las estimaciones que rondaban los $4.500 millones. Este desempeño financiero, aunque desafiante, es un indicador positivo en un momento crítico para la empresa.
El CEO de Boeing, Dave Calhoun, reconoció los desafíos actuales, pero reafirmó el compromiso de la compañía con la seguridad y la calidad por encima de todo. La estabilización de la cadena de suministro, vital para la producción de aviones, ha sido una prioridad destacada para Boeing.
Tras el incidente en enero que provocó la explosión de la puerta de un 737 Max de Alaska Airlines, la Administración Federal de Aviación (FAA) impuso restricciones a Boeing, deteniendo cualquier aumento en la producción.
Calhoun enfatizó que la producción del 737 Max se ha reducido por debajo de los 38 aviones por mes y se espera que permanezca así al menos durante la primera mitad del año. Esta decisión, aunque difícil, refleja el compromiso de Boeing con la seguridad y la calidad sobre la cantidad.
Calhoun defendió la ambiciosa meta de la compañía de alcanzar un flujo de efectivo libre de $10.000 millones anuales para 2025-2026, aunque admitió que podría haber un ligero retraso en su consecución.
Una parte crucial de la estrategia de Boeing para estabilizar su producción y mejorar la calidad es la negociación con su proveedor clave, Spirit AeroSystems, que suministra los fuselajes para sus aviones. El CEO de Boeing expresó confianza en alcanzar un acuerdo durante el segundo trimestre, lo que podría allanar el camino para una recuperación más sólida en el futuro.