Steve Adcock dejó su trabajo corporativo a los 35 años después de haber ahorrado alrededor de $900,000, y a los 42 años, su patrimonio neto ha aumentado a alrededor de $1.3 millones de dólares. A lo largo de las últimas dos décadas, ha aprendido una lección valiosa sobre el dinero y el éxito: tu personalidad puede hacerte 10 veces más rico que tu inteligencia.
Adcock ha observado en su carrera que, si bien trabajar con personas inteligentes es importante, las personas más inteligentes de la oficina no siempre son las que reciben los aumentos y los ascensos. Esto puede parecer contradictorio, especialmente para aquellos que esperan trabajar en campos como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, donde la inteligencia académica suele ser altamente valorada.
Sin embargo, en el mundo laboral real, la inteligencia emocional (EQ) es igual, si no más, importante que el coeficiente intelectual (IQ). Según Adcock, tu EQ puede brindarte muchas más oportunidades de ganar dinero y avanzar en tu carrera que tu IQ.
Al salir de la universidad, Adcock asumió que debía ser la persona más inteligente en su entorno laboral, pero con el tiempo comprendió que la inteligencia emocional juega un papel crucial en el éxito profesional.
Adcock alienta a los jóvenes a desarrollar su inteligencia emocional, ya que esto puede ser fundamental para lograr el éxito financiero y profesional a largo plazo.
En su experiencia, Adcock afirma que las personas más inteligentes en su antiguo trabajo eran valoradas por su capacidad para realizar tareas complejas, pero también necesitaban ser apreciadas por sus habilidades interpersonales. Ser fácil de llevar y colaborativo es crucial para obtener ascensos y aumentos, ya que esto fomenta un ambiente de trabajo positivo y productivo.
Vicki Salemi, experta en carreras, respalda este punto, afirmando que incluso aquellos que destacan en su trabajo pueden ser pasados por alto si carecen de habilidades interpersonales sólidas.
Destacar en el trabajo es importante, pero puede ser aún más valioso motivar a los demás, tener un impacto positivo en el lugar de trabajo y ser alguien con quien otros disfruten trabajar. Estas cualidades pueden llevar a una mayor consideración para ascensos y oportunidades de crecimiento profesional. Aquí hay tres formas en que Salemi dice que puede demostrarle a su empleador que tiene el tipo de habilidades interpersonales que lo hacen digno de un ascenso.
Asumir el rol
Salemi sugiere que para prepararse para un puesto de mayor responsabilidad, es importante asumir ese rol de liderazgo donde sea posible, incluso si el puesto directivo aún no existe oficialmente. Esto implica actuar como si ya ocuparas ese puesto, tomando la iniciativa en proyectos y reuniones, proponiendo ideas nuevas y organizando actividades para el equipo. La clave es ser un líder en potencia, mostrando el tipo de cualidades que inspiran a otros a seguirte y querer trabajar contigo.
Pon a todos de tu lado
Salemi recomienda buscar retroalimentación sobre tus habilidades interpersonales, tanto de tu jefe como de colegas y clientes externos, para identificar áreas de mejora. Preguntarles directamente qué aspectos creen que podrías desarrollar te permite involucrarlos en tu crecimiento profesional. Una vez que recibas sus comentarios, actúa en consecuencia, buscando oportunidades de mejora, como cursos en línea, para fortalecer esas áreas identificadas.
Encuentra un mentor
Sugiere identificar a una persona en la oficina que todos admiren o disfruten trabajar con él, y pedirle que nos muestren los secretos de su éxito, ya sea en una relación formal o informal de mentoría. También aconseja observar qué cualidades hacen que estas personas sean excelentes colegas y tratar de emular esas características en nuestro propio trabajo, adaptándolas a nuestra personalidad para que tod se de manera natural y no forzada.