Warren Buffett, en su discurso a los accionistas de Berkshire Hathaway, abordó con honestidad y franqueza el futuro de la empresa en un escenario sin su liderazgo.
A punto de cumplir 94 años, reflexionó sobre su propia mortalidad y la sucesión en la empresa, destacando a Greg Abel como un posible heredero. Aunque afirmó sentirse lo suficientemente saludable como para continuar liderando, también reconoció la incertidumbre que acompaña a su avanzada edad.
En esta reunión anual, Buffett proporcionó una mayor claridad sobre la estructura de liderazgo futuro de la compañía. Reveló que Abel tendría la última palabra en las decisiones de inversión del conglomerado, mostrando así su confianza en él como sucesor. Él, por su parte, aseguró a los inversores, que la cultura de Berkshire se mantendría y que se seguiría atrayendo a nuevos talentos para fortalecer la empresa.
La ausencia de Charlie Munger, el amigo y socio comercial de la empresa que falleció el año anterior, se sintió profundamente en la junta de accionistas de este año. Él era conocido por su agudo ingenio y sabiduría, y Buffett lo describió como el “arquitecto” del éxito de Berkshire. A lo largo de las décadas, había dejado una huella indeleble en la empresa y en la vida de Buffett, y su ausencia se hizo evidente en la reunión.
Buffett elogió la honestidad del socio comercial y compartió anécdotas que ilustraban la estrecha relación entre los dos.
Aunque la reunión tuvo un tono más solemne debido a la ausencia de Munger, Buffett expresó su determinación de liderar Berkshire mientras pueda. Concluyó su discurso con la esperanza de que tanto él como los accionistas estén presentes en la próxima reunión anual, enfatizando así su compromiso continuo con la empresa que ha construido durante décadas.