En abril, la inflación del Reino Unido se redujo a 2.3%, una cifra que a pesar de ser más alta de lo anticipado, según la Oficina de Estadísticas Nacionales, se acerca a la meta del 2% propuesta por el Banco Central de ese país, que es el Banco de Inglaterra.
Esta disminución llevó a los operadores a reevaluar sus expectativas sobre un recorte de las tasas de interés en junio por parte del Banco de Inglaterra. La inflación cayó desde el 3.2% registrado en marzo, marcando la primera vez que se sitúa por debajo del 3% desde julio de 2021 y acercándose al objetivo. Sin embargo, los economistas encuestados por Reuters esperaban una caída mayor, hasta el 2.1%.
La inflación en los servicios, una métrica clave observada por el Banco de Inglaterra, disminuyó levemente del 6% al 5.9%, no alcanzando el pronóstico del 5.5% previsto tanto por Reuters como por el Banco de Inglaterra. La inflación subyacente, que excluye energía, alimentos, alcohol y tabaco, cayó al 3.9% en abril desde el 4.2% de marzo.
Tras la publicación de las cifras de inflación, los mercados monetarios redujeron la probabilidad de un recorte de tasas en junio al 15%, frente al 50% previo. La probabilidad de un recorte en agosto también disminuyó del 70% al 40%.
Suren Thiru, director económico del Instituto de Contadores Públicos de Inglaterra y Gales, calificó los datos de inflación subyacente y de servicios como “decepcionantes”, sugiriendo que un recorte de tasas en junio es poco probable, aunque no descartó la posibilidad de un recorte en verano si las cifras influyen en más autoridades a favor de flexibilizar la política monetaria.
Este escenario posiciona al Banco Central Europeo como el próximo banco central importante que podría reducir las tasas, mientras que los miembros de la Reserva Federal de Estados Unidos han adoptado una postura más agresiva, posponiendo las expectativas de un recorte en Estados Unidos hasta después de septiembre.