El gigante del lujo Kering enfrenta una crisis sin precedentes tras reportar una caída del 12% en sus ingresos del cuarto trimestre, alcanzando los 4,390 millones de euros ($4,520 millones). Sin embargo, lo más alarmante es el desplome de Gucci, su marca estrella, que sufrió un brutal descenso del 24% en ventas, agravando la incertidumbre sobre su futuro.
“Debemos seguir esforzándonos”, reconoció François-Henri Pinault, CEO de Kering, quien aseguró que la compañía ha alcanzado “un punto de estabilización” desde donde espera retomar el crecimiento. Pero los números no mienten: el beneficio operativo cayó casi a la mitad, de 4,750 millones a 2,550 millones de euros.
El mercado reaccionó con escepticismo. Las acciones de Kering subieron un 6% al inicio del martes, pero recortaron ganancias, reflejando la falta de confianza en la recuperación de Gucci. Para muchos, el problema radica en la marca, que “ha pasado de moda” y no logra conquistar al consumidor chino.
En un intento desesperado, la empresa anunció la salida del jefe de diseño de Gucci, Sabato De Sarno, quien duró menos de dos años en el cargo. Ahora, Kering busca una nueva dirección para salvar su marca insignia. ¿Será demasiado tarde?