La escena no se trataba de una nueva campaña publicitaria ni del lanzamiento de un modelo revolucionario. Aun así, las tiendas Apple se llenaron como si se tratara de la temporada navideña. Gente entrando apurada, preguntas constantes, incertidumbre en el aire. El detonante: el miedo.
Con la amenaza inminente de un arancel del 54% sobre productos chinos, miles de consumidores han acudido en masa a comprar iPhones antes de un posible aumento de precios.
Aunque no se registraron las largas filas típicas de lanzamientos, empleados en todo Estados Unidos reportaron tiendas “repletas”, con clientes ansiosos por adelantarse a un posible encarecimiento. “Casi todos me preguntaron si los precios iban a subir pronto”, contó un trabajador que prefirió mantenerse en el anonimato.
Las ventas aumentaron notablemente el fin de semana, según fuentes internas. Aunque Apple no se ha pronunciado públicamente, ya estaría redirigiendo más unidades producidas en India hacia el mercado estadounidense y fortaleciendo su manufactura en Vietnam, donde los aranceles son más bajos. El objetivo: contener el golpe económico que ya ha hecho perder a la compañía más de $500.000 millones en valor bursátil en solo dos días.
Analistas estiman que un iPhone podría subir hasta $1,500 si se traslada completamente el impacto de los aranceles, aunque Bloomberg sostiene que Apple buscará presionar a proveedores y reducir márgenes antes de subir precios. Actualmente, el iPhone insignia se vende por $999, una cifra que se ha mantenido desde 2017.
“Si tenemos la posibilidad de comprar algo más barato, claro que lo haremos”, dijo Ambar De Elia, una clienta que decidió adelantarse al posible incremento. Para Apple, este frenesí anticipado podría inflar sus resultados del trimestre. Pero el verdadero impacto… aún está por llegar.
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