Durante días, la tensión en los mercados se puede cortar con cuchillo. La incertidumbre provocada por la oleada arancelaria desde la Casa Blanca mantiene en vilo a inversores, analistas y multinacionales por igual. Pero el viernes por la noche, todo cambió con una inesperada movida.
Donald Trump, quien a inicios de mes desató una tormenta al imponer aranceles del 145% a productos chinos, ha retrocedido parcialmente, algo que ya se ha vuelto habitual en su política comercial exterior.
La nueva guía de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. exime de los nuevos aranceles a teléfonos, computadoras y una amplia gama de componentes electrónicos, entre ellos semiconductores, pantallas planas y unidades flash. Esto representa un salvavidas para Apple, que fabrica el 80% de los iPads y más de la mitad de las Mac en territorio chino.
“Este es el escenario ideal para los inversores tecnológicos”, señaló Dan Ives, de Wedbush Securities. “La exclusión de los smartphones y los chips supone un cambio radical”. Ives no se guardó nada: “Si se hubiera implementado, esto habría sido un Armagedón para las grandes tecnológicas”.
El impacto inicial fue brutal: Apple perdió más de $640,000 millones en valor de mercado y el S&P 500 cayó más del 5%. El fantasma de un iPhone de $3,500 no estaba lejos. Ahora, con las exenciones retroactivas y un nuevo esquema arancelario del 10% (excluyendo a China), el panorama cambia… por ahora.
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