Una declaración encendida, un nuevo paquete de represalias y una advertencia directa: China ha elevado este viernes los aranceles sobre productos estadounidenses del 84% al 125%, intensificando la guerra comercial con Estados Unidos. La medida responde al aumento impuesto por el presidente Donald Trump, quien llevó el arancel combinado a un 145% tras sumar un 125% sobre importaciones chinas y un 20% previo relacionado con el fentanilo.
Pekín lanza su golpe más fuerte
El Ministerio de Finanzas de China fue tajante: “Ya no hay mercado para los productos estadounidenses importados a China”, afirmaron en un comunicado.
Añadieron que si EE. UU. continúa subiendo los aranceles, “Beijing lo ignorará” y considerarán cualquier nuevo aumento como “una broma en la historia de la economía mundial”. A diferencia de otras rondas, China no incluyó restricciones adicionales a empresas estadounidenses, pero el mensaje fue claro: están listos para resistir.
Los efectos económicos ya comienzan a sentirse
Goldman Sachs recortó su previsión de crecimiento para China al 4%, citando el impacto directo de las tensiones comerciales. Según sus analistas, entre 10 y 20 millones de trabajadores chinos están vinculados al comercio con Estados Unidos.
Por su parte, el economista Zhiwei Zhang afirmó que “no tiene sentido seguir subiendo los aranceles” y pidió evaluar ya el daño económico en ambas potencias.
Entre amenazas, silencios y aislamiento
El presidente Xi Jinping, tras reunirse con Pedro Sánchez, advirtió que “en una guerra arancelaria nadie gana” y acusó a EE. UU. de aislarse del mundo. China reiteró que está dispuesta a negociar “en igualdad de condiciones”, pero advirtió que seguirá “contraatacando resueltamente”. La Casa Blanca no respondió. El mundo observa… y contiene la respiración.
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