Una medida pensada para frenar el avance tecnológico de China podría estar logrando exactamente lo contrario. Mientras Estados Unidos aprieta el cerco sobre las exportaciones de chips de inteligencia artificial, fabricantes locales como Huawei emergen como los grandes ganadores de una guerra que ya no se libra solo en los laboratorios, sino en los pasillos del poder global.
El castigo a Nvidia, la oportunidad de Huawei
La reciente decisión del Departamento de Comercio de bloquear la exportación de chips H20 de Nvidia —incluso aquellos diseñados para cumplir con restricciones previas— ha tenido un costo inmediato: un cargo de $5,500 millones para la compañía estadounidense.
Al otro lado del Pacífico, Huawei y Cambricon Technologies han visto subir sus acciones, y los analistas creen que el impulso apenas comienza. “Las alternativas nacionales como la serie Ascend de Huawei están ganando terreno”, señaló Doug O’Laughlin, de SemiAnalysis.
Huawei, a pesar de estar en la lista negra de EE. UU., ha logrado avances notables con sus chips Ascend 910, y aunque aún está rezagada una generación respecto a Nvidia, la brecha se está cerrando. “El rendimiento del hardware se está reduciendo rápidamente”, advirtió O’Laughlin.
Una carrera contrarreloj
El mayor obstáculo para China no es el diseño, sino la fabricación. Las restricciones impuestas a TSMC y SMIC limitan el acceso a equipos clave, pero aún así, las fundiciones chinas siguen produciendo y creciendo. “Huawei ha demostrado ser un diseñador competitivo, pero tiene dificultades para encontrar suficiente suministro”, explicó Phelix Lee, de Morningstar.
A corto plazo, las reservas acumuladas y lagunas legales han permitido a China mantener el flujo de chips. Empresas chinas realizaron pedidos de H20 por $16,000 millones en el primer trimestre, según The Information. Mientras tanto, la Ascend 910B de Huawei parece seguir usando componentes globales, eludiendo sanciones.
¿Un tiro por la culata?
La conclusión de varios expertos es contundente: las restricciones han afectado más a empresas estadounidenses que a las chinas. “Han dañado principalmente a Nvidia, mientras que su impacto en China ha sido marginal”, afirmó Paul Triolo, del DGA Group. Y lo más preocupante: han acelerado la independencia tecnológica de Pekín.
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