Una cifra lo dice todo: hasta 5,000 millones de dólares. Ese es el golpe que General Motors espera absorber este año como consecuencia directa de la nueva política arancelaria del presidente Donald Trump, lo que llevó a la automotriz a recortar severamente sus previsiones financieras para 2025.
El gigante de Detroit redujo sus estimaciones de ganancias ajustadas antes de intereses e impuestos a un rango de entre 10,000 y 12,500 millones de dólares, frente a los 13,700 a 15,700 millones previamente proyectados.
El beneficio neto de GM para los accionistas también cayó a entre 8,200 y 10,100 millones de dólares, mientras que el flujo de caja libre se ajustó a entre 7,500 y 10,000 millones. La única cifra que se mantiene intacta es su plan de inversión de capital, fijado entre 10,000 y 11,000 millones.
La CEO Mary Barra aseguró que el negocio “sigue siendo sólido” y destacó que los ajustes en los aranceles, como los reembolsos a fabricantes por componentes nacionales, darán algo de oxígeno. Aun así, GM enfrenta gastos adicionales de 500 millones de dólares solo en el segundo trimestre para reparar casi 600,000 vehículos retirados en EE. UU.
Mary Barra subrayó que la empresa ya elevó 27% el contenido estadounidense de sus piezas desde 2019 y prometió más anuncios ahora que hay “claridad” para reinvertir localmente. Aunque se negó a decir si trasladarán producción de México a EE. UU., aseguró que pueden expandirse rápidamente con sus plantas actuales.
Pese al entorno incierto, GM espera mantener precios estables y seguir fortaleciéndose. Pero con la presión de los aranceles encima, el camino será cualquier cosa menos tranquilo.
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