Cuando las protestas explotaron en las calles de Los Ángeles, Elon Musk optó por borrar sus palabras más duras y girar de nuevo hacia la órbita del presidente Donald Trump.
En cuestión de días, el magnate pasó de pedir el impeachment del mandatario a respaldar su postura frente a los disturbios. Musk incluso eliminó publicaciones que acusaban a Trump de vínculos con Jeffrey Epstein —sin prueba alguna— y en su lugar, comenzó a aplaudir los mensajes de funcionarios de la Casa Blanca, como el vicepresidente J.D. Vance, a quien respondió con emojis de banderas estadounidenses. “El presidente no tolerará disturbios ni violencia”, publicó Vance, alineándose con la narrativa del mandatario. Musk simplemente replicó con entusiasmo: “Genial”.
Las tensiones en California parecen haber sido el catalizador de este nuevo acercamiento. Musk no solo respaldó declaraciones del presidente sobre los disturbios, sino que volvió a seguir a Stephen Miller, figura clave en la política migratoria de Trump, después de dejar de hacerlo días antes. La cercanía es significativa, especialmente porque la esposa de Miller, Katie Miller, trabaja ahora directamente con Musk.
La tregua no ha sido total. Musk continúa mostrando su desacuerdo con el “One, Big, Beautiful Bill”, el ambicioso proyecto de ley doméstico de Trump, calificándolo como una amenaza al equilibrio fiscal. No obstante, su tono se ha moderado. En lugar de insultos, ahora se limita a republicar sátiras políticas o a responder “Correcto” a observaciones ajenas que critican al partido.
“Elon, si te relajas un poco, todo estará bien”, dijo Vance en una entrevista, a lo que Musk respondió con un like y silencio.
Wall Street también tomó nota. Las acciones de Tesla, que se desplomaron tras el enfrentamiento con Trump, han mostrado signos de recuperación. Según el analista Dan Ives, “no sería sorprendente que ambos arreglen sus diferencias poco a poco”, aludiendo a reuniones discretas que ya podrían estar en marcha.
La razón detrás del viraje podría ser más estratégica que emocional. Musk, como apuntan analistas, necesita a Trump para impulsar la aprobación de normativas clave para el futuro de los vehículos autónomos. Y Trump, por su parte, necesita a Musk cerca del electorado republicano joven y tech-friendly.
En la política de alto voltaje, las peleas públicas a menudo son solo parte del espectáculo. Y cuando el poder está en juego, hasta las enemistades más virulentas pueden mutar en alianzas inesperadas.
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