El paisaje urbano británico está a punto de cambiar de forma. No por una nueva ley ni por un giro político, sino por una decisión empresarial que ha captado la atención del gobierno y de todo el sector tecnológico.
Amazon anunció una inversión de £40,000 millones (unos4,000 millones) en el Reino Unido durante los próximos tres años. El dinero se destinará a la construcción de cuatro nuevos centros logísticos, así como a la ampliación de infraestructuras ya existentes.
El plan también incluye nuevas oficinas en el este de Londres y la reconstrucción de Bray Film Studios en Berkshire, adquirido por la empresa el año pasado. Además, se destinarán fondos a mejorar el transporte en todo el país.
El primer ministro Keir Starmer no tardó en aplaudir el anuncio, afirmando que la inversión “creará miles de nuevos empleos” y demuestra que el plan económico del gobierno “está funcionando”. Solo en Hull y Northampton se prevén 4.000 nuevos puestos de trabajo distribuidos en dos instalaciones clave.
Esta ofensiva de Amazon ocurre en un contexto de contracción económica. En abril, el PIB mensual del Reino Unido cayó 0.3%, presionado por nuevas políticas comerciales y fiscales impulsadas por el presidente Donald Trump. A pesar de este panorama, Amazon redobla su apuesta por el país, algo que el gobierno británico interpreta como una señal de confianza estratégica.
El año pasado, Amazon ya había comprometido £8,000 millones para centros de datos enfocados en inteligencia artificial. Esa inversión de largo plazo, ahora ampliada, fortalece la infraestructura digital británica en plena carrera tecnológica global.
Otras grandes tecnológicas también han fijado su mirada en Londres. TikTok reveló recientemente que abrirá una oficina de 135.000 pies cuadrados en Barbican. Nvidia tampoco se quedó atrás: su director ejecutivo, Jensen Huang, describió al Reino Unido como un “lugar increíble para invertir”.
Sin embargo, no todo son aplausos. Empresarios tecnológicos han criticado los aumentos fiscales aplicados por la ministra de Finanzas, Rachel Reeves, acusando al gobierno de dificultar el crecimiento de startups. Aunque las cifras son optimistas, el debate sobre si el Reino Unido sigue siendo un entorno favorable para la innovación está lejos de terminar.
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