Una lata de sopa o una simple cesta metálica no suelen estar en el centro del debate económico. Pero en el contexto actual, su precio dice mucho más de lo que parece. Amazon, que en abril aseguró que mantendría estables los precios ante los nuevos aranceles, ha hecho exactamente lo contrario.
Ajustes tras los aranceles
Desde que el presidente Donald Trump anunció sus medidas comerciales, el gigante del comercio electrónico elevó los precios de 1,200 productos básicos. Según un análisis del Wall Street Journal con datos de Traject Data, artículos de bajo costo como desodorantes, suplementos y alimentos enlatados subieron en promedio 5% en julio. Un ejemplo: la sopa de almejas de Campbell pasó de menos de $2 a $2.58, un alza del 30%.
Mientras tanto, Walmart redujo los precios en esos mismos productos en casi 2%, marcando una estrategia opuesta. Amazon defendió su postura afirmando que “no hemos observado variaciones apreciables en los precios promedio” y que su compromiso sigue siendo ofrecer “el mayor valor a nuestros clientes”.
Varios fabricantes citados niegan haber subido sus precios a Amazon. Incluso productos hechos en EE. UU., como la sopa Campbell’s, subieron sin justificación directa desde origen.
Impacto en proveedores
El caso de Dayglow, fabricante de cestas metálicas en Ohio, ilustra el problema. Su producto pasó de costar $9.31 a $19.99 en Amazon, pese a que la empresa no cambió el precio de venta al minorista. “Cualquier contenedor que tenía que llegar sufrió un aumento de precio prácticamente de la noche a la mañana”, explicó su CEO, Nick Morrisroe, tras los aranceles al acero.
El 15 de febrero, dos días después de la firma de la orden arancelaria por parte de Trump, se registró uno de los mayores aumentos diarios en productos esenciales. Amazon había planeado mostrar el impacto de los aranceles en su plataforma Haul, pero canceló la idea luego de que la Casa Blanca la calificara como “acto hostil”.
Trump ha reiterado que “las empresas se comerán los aranceles”. Mientras tanto, Amazon lidia con márgenes cada vez más estrechos por el costo del envío, mientras competidores como Walmart pueden absorber las pérdidas gracias a sus tiendas físicas.
Morrisroe, que hoy paga un 30% de arancel por productos que antes estaban exentos, resume así la situación: “Estamos haciendo exactamente lo que Trump pidió: aceptar los aranceles”. Pero para los consumidores, el costo final es inevitablemente más alto.
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