El presidente Donald Trump lanzó una ofensiva directa contra 17 de las mayores compañías farmacéuticas del mundo, exigiéndoles medidas inmediatas para reducir el precio de los medicamentos en Estados Unidos. Pero esta movida no fue inesperada: desde hace semanas, el mandatario venía prometiendo una acción “sin precedentes” en materia de salud.
Las cartas, enviadas el jueves y publicadas en Truth Social, no escatimaron amenazas. Trump advirtió que, si las empresas no cumplen antes del 29 de septiembre, su gobierno utilizará “todas las herramientas a nuestro alcance para proteger a las familias estadounidenses”. Entre los destinatarios están Pfizer, Eli Lilly, Johnson & Johnson, Merck, Gilead y AstraZeneca, entre otros gigantes del sector.
Replantear el sistema o enfrentar consecuencias
Trump no se limitó a los reproches. Pidió que todas las compañías ofrezcan sus medicamentos existentes a Medicaid al precio más bajo disponible en cualquier país desarrollado, lo que denominó el precio de “nación más favorecida”. También exigió que Medicare, Medicaid y los aseguradores privados obtengan ese mismo precio en todos los medicamentos nuevos desde su lanzamiento.
En sus palabras, “solo aceptaremos compromisos que brinden alivio inmediato a las familias estadounidenses” y acusó a las farmacéuticas de “culpar a otros y pedir miles de millones en subsidios”. También las instó a eliminar intermediarios y vender directamente a los consumidores, asegurando que “todos los estadounidenses deberían recibir los mismos precios que las empresas ofrecen a terceros en otros países”.
Mercados en alerta y presión internacional
La reacción del mercado fue inmediata: acciones como Sanofi se desplomaron más de 8%, GSK y Merck bajaron más de 3%, y Bristol Myers Squibb cayó cerca de 5%. PhRMA, el principal lobby del sector, replicó que importar controles de precios extranjeros “socavaría el liderazgo estadounidense” y pidió enfocarse en intermediarios y socios internacionales que, según ellos, no pagan su parte justa.
Mientras tanto, empresas como AstraZeneca y Pfizer dijeron estar explorando rebajas y venta directa. “Estamos trabajando para encontrar soluciones”, indicó un portavoz de Novo Nordisk. Pero Trump fue claro: las promesas ya no bastan.
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