La estrategia de un gigante tecnológico está comenzando a sentirse no solo en los hábitos de compra de millones de consumidores, sino también en los precios de las acciones de sus competidores. El anuncio, hecho un miércoles que ya quedará marcado en el sector minorista, ha puesto a más de un jugador contra las cuerdas.
Amazon reveló que expandirá su servicio de entrega de alimentos frescos el mismo día a más de 1,000 ciudades y pueblos de Estados Unidos, con la meta de alcanzar 2,300 localidades antes de que termine el año.
Ciudades como Raleigh, Tampa y Milwaukee ya figuran en esta ofensiva comercial que empezó a gestarse en pruebas realizadas en Phoenix y otras zonas. Según la compañía, los clientes que suman productos frescos a sus pedidos regresan a comprar “el doble de veces” que quienes no lo hacen.
El servicio será gratuito para miembros Prime en pedidos superiores a $25, o tendrá un costo de $2.99 si no se alcanza ese mínimo. Los no suscriptores pagarán $12.99 por uso, sin importar el tamaño del pedido. La reacción bursátil fue inmediata: Instacart se desplomó 11%, Kroger y Albertsons retrocedieron 4% y 2% respectivamente, DoorDash cayó 3% y Walmart cedió 2%.
Analistas de Mizuho advirtieron que se trata de “una escalada de la competencia directa” con Walmart, que también ofrece envíos de comestibles el mismo día.
En paralelo, Amazon continúa reestructurando su negocio de supermercados, integrando más estrechamente a Whole Foods —adquirida en 2017 por $13,700 millones— bajo el mando de Jason Buechel, su director ejecutivo.
Con esta jugada, el gigante del comercio electrónico busca no solo conquistar el mercado de perecederos, sino reforzar su dominio en productos básicos para el hogar. Y, a juzgar por el impacto inicial, la guerra de las entregas rápidas apenas comienza.
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