Los movimientos del mercado no siempre siguen un guión predecible. Hace apenas unos meses, Tesla parecía hundirse en un escenario complicado, con un arranque de año que marcó su peor trimestre desde 2022 y un desplome en abril que generó dudas entre inversores y analistas. Sin embargo, en cuestión de semanas, la narrativa cambió y la compañía volvió a colocarse en el centro de la atención financiera global.
El lunes, las acciones de Tesla repuntaron un 3.6%, cerrando en $410.26 y superando así el nivel de cierre de 2024. El ascenso ha sido notable: desde el mínimo de $221.86 del 4 de abril, los títulos han escalado un 85%. Un factor clave detrás del renovado optimismo fue la revelación de que Elon Musk adquirió acciones por alrededor de $1,000 millones a través de su fundación familiar, lo que fue interpretado como una señal de confianza.
La historia se repite por segundo año consecutivo. En 2024, tras una caída de 29% en el primer trimestre, Tesla terminó con un repunte de 63%. Ahora, pese a que la empresa sigue lidiando con ventas débiles por la saturación de su línea de vehículos eléctricos y la feroz competencia de BYD en China, Wall Street vuelve a apostar por ella.
Parte del entusiasmo se debe al plan de remuneración que podría otorgar a Musk beneficios por un billón de dólares en la próxima década, así como al impulso de los sistemas de almacenamiento de energía MegaBlocks, que ofrecen soluciones para empresas que buscan reducir costos y depender más de energías renovables.
Aun así, Tesla sigue siendo la segunda compañía con peor desempeño del año entre las megacapitalizaciones tecnológicas, solo por encima de Apple, que acumula una caída del 5%. Además, persisten dudas sobre sus promesas futuristas: los robotaxis sin conductor aún no son seguros para operar y los robots Optimus permanecen lejos de convertirse en productos comerciales.
¿Jugada calculado que ahora rinde frutos?
El impacto político de Musk tampoco pasa desapercibido. Su apoyo económico de casi $300 millones a Donald Trump y su participación en planes de recorte de la fuerza laboral federal generó reacciones negativas en masa entre los consumidores, principalmente europeos y canadienses.
Durante meses, la cercanía de Elon Musk con Donald Trump fue vista como un lastre: consumidores críticos con el presidente boicotearon a Tesla y la marca perdió brillo entre sectores progresistas que alguna vez fueron su base.
Ahora, con señales de un aparente “distanciamiento” estratégico, el mercado interpreta que Musk busca recuperar terreno entre esos compradores desencantados. La narrativa de que Tesla vuelve a ser una empresa tecnológica antes que un símbolo político podría estar reabriendo la puerta a consumidores que habían optado por rivales chinos o europeos.
Musk, sabe que el éxito de Tesla no depende de su alianza con Trump, sino de mantener su atractivo universal. De confirmarse esta percepción, habría logrado recuperar lo perdido por esa relación política fallida con Donald Trump. ¿Habrá felicitado en privado Trump a Musk por alcanzar este hito?.
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