Las negociaciones en Washington volvieron a convertirse en un espectáculo cargado de tensiones y declaraciones cruzadas. A solo días de que expire el presupuesto federal, la política estadounidense se encuentra en un punto crítico marcado por la desconfianza y la confrontación abierta entre la Casa Blanca y los líderes del Congreso.
El martes, el presidente Donald Trump canceló de manera abrupta una reunión prevista con Chuck Schumer y Hakeem Jeffries, los dos principales demócratas del Capitolio. El encuentro debía celebrarse el jueves, pero la decisión presidencial echó por tierra las expectativas de un acuerdo de última hora. “Después de revisar los detalles de las demandas ridículas y poco serias que están haciendo los demócratas de la minoría radical de izquierda… he decidido que ninguna reunión… podría ser productiva”, escribió Trump en Truth Social.
La respuesta no tardó. Jeffries acusó al presidente de evadir responsabilidades con un mensaje contundente: “Trump siempre se acobarda”. En la misma línea, Schumer declaró que “Trump está huyendo de la mesa de negociaciones incluso antes de llegar allí”. Ambos líderes reiteraron que las protecciones a los créditos fiscales de la Ley de Atención Médica Asequible deben incluirse en cualquier pacto temporal.
Los créditos, utilizados para la compra de seguros de salud en los mercados de Obamacare, expiran a finales de año. Para los demócratas, su extensión es una condición indispensable. “Mientras los estadounidenses enfrentan costos crecientes y una crisis de atención médica republicana, Trump prefiere hacer un berrinche que hacer su trabajo”, insistió Schumer.
Trump, en cambio, acusó a la oposición de intentar “financiar opiniones y políticas de izquierda radical” vinculadas con salud, inmigración y crimen. Aun así, aseguró estar dispuesto a dialogar si los demócratas “se toman en serio el futuro de nuestra nación”.
El pulso político ocurre bajo la amenaza real de un cierre del gobierno el 30 de septiembre, que podría afectar desde servicios públicos hasta programas sociales. Para la comunidad latina en EE. UU., el impacto sería especialmente fuerte: muchos dependen de los subsidios de salud que ahora están en juego y de la estabilidad de empleos federales y estatales que se verían paralizados.
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