La política migratoria en Estados Unidos ha estado marcada por decisiones polémicas y medidas que generan intensos debates. Ahora, un nuevo plan de la administración Trump ha puesto nuevamente a los menores migrantes no acompañados en el centro de la discusión. La propuesta busca ofrecer dinero a adolescentes bajo custodia federal para que regresen por su cuenta a sus países de origen.
De acuerdo con un memorando oficial, los jóvenes de 14 años o más recibirían un pago único de $2,500 si eligen la salida voluntaria, siempre con la aprobación de un juez de inmigración. El dinero sería entregado una vez que lleguen a su país, bajo el argumento de facilitar su reintegración. Esta iniciativa se suma a incentivos ya ofrecidos a adultos indocumentados, como la “bonificación de salida” de $1,000 aplicada meses atrás.
Funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional afirman que estas medidas son más económicas que los procesos de detención y deportación, mientras que el Departamento de Salud y Servicios Humanos —encargado de los menores bajo custodia— asegura que la decisión será voluntaria y supervisada por jueces para evitar abusos. Actualmente, alrededor de 2,100 adolescentes permanecen en albergues federales a la espera de ser ubicados con patrocinadores o familiares en Estados Unidos.
Sin embargo, organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes advierten que este programa podría poner en riesgo a menores que huyeron de condiciones violentas en sus países. Neha Desai, directora de Derechos Humanos y Dignidad Infantil en el Centro Nacional de Derecho Juvenil, señaló que “no existe justificación legítima para incentivar con dinero una decisión que debería estar guiada por la seguridad del menor”.
La propuesta refleja un endurecimiento de las políticas hacia los migrantes más jóvenes y abre un frente de críticas en tribunales y en la opinión pública. Para los defensores, el riesgo es claro: que menores en condiciones vulnerables sean presionados a regresar a contextos donde su seguridad no está garantizada.
La comunidad latina en Estados Unidos observa con preocupación estas medidas, ya que afectan directamente a familias y redes de apoyo que buscan proteger a niños migrantes. Estas políticas no solo golpean a quienes llegan a la frontera, sino que generan un clima de incertidumbre para millones de latinos que ven en estas decisiones un ataque a su estabilidad y futuro en el país.
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