En medio de una creciente tensión comercial entre las dos mayores potencias del mundo, el gobierno de Estados Unidos mantiene en suspenso la aplicación de un arancel del 100% a las importaciones procedentes de China. La decisión, según advirtió el representante comercial Jamieson Greer, dependerá de cómo actúe Beijing en los próximos días frente a las restricciones que impuso sobre las exportaciones de tierras raras.
Greer señaló que China “ha decidido escalar el conflicto”, después de que el gigante asiático anunciara medidas que podrían paralizar sectores estratégicos como el tecnológico, el automotriz, el de defensa y el de semiconductores. Frente a ello, Donald Trump amenazó con un golpe arancelario que podría frenar el comercio bilateral casi por completo. “No podemos permitir que Pekín tenga poder de veto sobre las cadenas de suministro de alta tecnología”, subrayó el funcionario.
El anuncio llega antes del encuentro previsto entre Trump y el presidente Xi Jinping durante la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Seúl, aunque la reunión podría cancelarse si la situación se agrava. “Queremos hablar, pero no vamos a comprometernos de antemano”, declaró Greer.
La amenaza arancelaria provocó una fuerte reacción de los mercados: el viernes pasado, Wall Street perdió cerca de $2 billones en valor bursátil. Aun así, la Casa Blanca asegura que su objetivo es garantizar la estabilidad a largo plazo, reduciendo la dependencia de China y fortaleciendo la producción nacional.
China domina cerca del 60% de la minería mundial de tierras raras y más del 90% de su refinación. Estados Unidos, por su parte, depende del país asiático para alrededor del 70% de sus importaciones de estos minerales, esenciales para la fabricación de armas, vehículos eléctricos y equipos de alta tecnología.
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