Comercio.Tv tuvo el privilegio de hablar con la Dra. Rosa Codina, profesora titular de turismo y eventos en la escuela de administración hotelera de Oxford, en Reino Unido, quien realiza activamente investigaciones sobre los impactos socioculturales y políticos del turismo en los países en desarrollo.
En una de sus trabajos, la Dra. Codina describe la situación que está ocurriendo desde hace varios años en Pisac, Perú, su país natal.
Comercio.Tv ha querido partir de este caso para visibilizar una realidad que no es exclusiva de ese lugar, por el contrario, situaciones similares se viven en muchos otros centros turísticos en toda Latinoamérica.
A continuación compartimos las respuestas de esta prestigiosa académica.
¿Cómo es Pisac y el “Valle Sagrado”?
El Valle Sagrado de los Incas es uno de los circuitos turísticos más populares de Perú y por lo general lo recorre todo aquel que visita Cusco. Usualmente llegan primero a la ciudad y luego avanzan hacia los distintos poblados y ruinas ubicados a lo largo del valle, como por ejemplo, Ollantaytambo, Maras, Moray, Chinchero, Pisac, entre otros.
Pisac se caracterizó desde un principio por tener un mercado indígena tradicional dominical, donde intercambiaban sus mercancías con los mestizos a través del trueque y con el tiempo se convirtió en una atracción turística.
A principio de los años 70, Pisac comenzó a incorporarse a la industria turística nacional que en esa época era muy incipiente. El plan del gobierno era que los hombres fueran no solo los encargados de la fabricación sino también de la comercialización de las artesanías, sin embargo, fueron siempre las mujeres quienes vendieron sus productos en la plaza. El motivo fue netamente cultural, ya que se consideraba que no era “digno” para un hombre someterse a regatear precios con los visitantes y por tanto, fue la mujer quien asumió esa tarea. Hubo entonces un intercambio de roles tradicionales, ya que bajo ese escenario, fueron las mujeres quienes llevaban el sustento a sus casas.
Aunque también se encuentran hombres en el mercado, hasta hoy en su mayoría son mujeres.
El auge del turismo hizo que el mercado de Pisac se expandiera, no solo en tamaño sino en jornadas de servicio, ya que hoy día funciona durante toda la semana, aunque el domingo sigue siendo el día de mayor movimiento.
Con el tiempo, Pisac pasó de ser un destino turístico en sí, a convertirse en una parada más dentro del recorrido del Valle Sagrado Inca. Antes los turistas pasaban un día o más en el pueblo, pero ahora pueden tardar tan solo 1 o 2 horas para visitar puntos específicos y luego seguir su camino por el valle.
¿A qué se debe el auge mundial del turismo “fast” que visita lugares en cuestión de horas y no de días como ocurría antes?
El turismo es actualmente una industria más asequible y las nuevas tecnologías han hecho que viajar sea más fácil y barato. Entonces ahora el turismo hace parte de nuestro estilo de vida y es “un consumo más”.
Los lugares se han convertido en “productos para consumir rápido” y quienes han invertido dinero en un viaje, quieren sacarle el mayor provecho.
Siguiendo con el ejemplo de Pisac, quienes vienen del extranjero a conocer el Valle Sagrado, tal vez no vuelvan en mucho tiempo, y por ello desean visitar el mayor número de lugares posible en los días que disponen. Por otra parte, los locales encuentran una oportunidad y ofrecen a los visitantes lo que ellos desean y de allí nace toda suerte de toures.
Las redes sociales también influyen, ya que las personas buscan construir su identidad allí y mostrar “qué tan recorridos son”, y poder decir: “mira todos los sitios que he visitado”; cuando en realidad tal vez no los conocen, porque únicamente han parado allí 5 minutos, se toman la foto y se acabó.
La pandemia ha traído algo positivo y es un cambio de paradigma. Las nuevas generaciones ahora se cuestionan más sobre la sostenibilidad y reconocen el impacto que tienen sus viajes sobre las comunidades locales. El turista se va, pero su huella positiva o negativa queda en el territorio. Entonces son más las personas que buscan experiencias de viaje más reales y auténticas, que a la final son mucho más enriquecedoras en términos de conocimiento.
¿Cómo ha impactado negativamente a Pisac el nuevo estilo de turismo?
Parte de los impactos negativos han sido las rivalidades creadas entre los diferentes grupos de comerciantes, por ejemplo, hay quienes apoyan pagar comisiones a los guías por llevar turistas a sus establecimientos, y otros están en contra de esta práctica.
El turismo se ha vuelto la fuente dominante de ingresos y depender de una sola industria nunca es bueno. Esta fragilidad en la economía de Pisac quedó expuesta durante la pandemia cuando casi todos sus habitantes se quedaron prácticamente sin sustento debido al cierre de las fronteras y la ausencia de visitantes. Es una dependencia que no es sana.
Los espacios públicos como la plaza, ahora se volvieron netamente comerciales y sus habitantes ya no cuentan con este importante eje social para su esparcimiento.
¿Existen efectos positivos?
La mujer ha podido a través del turismo ganar independencia económica y fortalecer su rol dentro de la comunidad. Es un logro frente a la cultura predominantemente machista que aún existe.
Ahora las mujeres cuentan con ingresos propios con los cuales financian sus estudios y los de su familia.
Por otra parte, mejoras sustanciales en la infraestructura pública e incluso tecnológica, han llegado a este territorio por ser un eje central para la industria del turismo.
¿Qué recomienda para evitar que el comercio termine devorando espacios públicos emblemáticos como las plazas centrales?
El turismo en Latinoamérica se ha desarrollado sin planificación alguna y esto ha sido la causa de la problemática actual de invasión de espacios, ya que no existen alternativas.
¿Cree conveniente que los comercios paguen comisiones a los guías turísticos para que lleven visitantes hacia esos establecimientos?
Es una práctica que se usa a nivel mundial. En algunos lugares no son comisiones en dinero sino también en forma de beneficios o regalos.
En Perú y la región, debido a la informalidad y la desorganización, se facilita el uso de estas formas de compensación para incentivar las ventas y por otra parte, la poca educación digital hace que, por ejemplo, no se use de manera intensiva las redes sociales para atraer a los compradores en lugar de pagar comisiones a intermediarios.
El sistema tiene que cambiar, ya que las personas no están dentro de un sistema justo y las remuneraciones que reciben son muy bajas.
¿Algo positivo para rescatar de la experiencia Europea y que podamos aplicar en América Latina?
Son regiones muy distintas y las estrategias que funcionan en Europa no necesariamente lo harán en Latinoamérica. Creo que esta mentalidad debe cambiar, ya que las soluciones deben venir de nuestra propia idiosincrasia, nuestro propio conocimiento y nuestra propia historia. En nosotros mismos como pueblo está la solución.
En países europeos existen lecciones aprendidas que pueden servir al resto del mundo. Lo primero es que no es bueno sobredepender del turismo y por el contrario, por el bien de las comunidades es importante diversificar los ingresos en las regiones.
La planificación es necesaria para el desarrollo de esta industria y se evitan problemas como la gentrificación y la pérdida de espacios para los locales. Aun así, existe esa problemática en el viejo continente, sin embargo, los gobiernos locales vienen implementando activamente políticas para minimizar estos impactos.
¿Qué opina del papel de las plataformas tipo AirBnb o Civitatis en América Latina?
Creo que estas herramientas digitales han democratizado el acceso a los beneficios económicos que trae el turismo, hoy día incluso un ama de casa puede generar ingresos por esta vía. En cuanto a los turistas, las plataformas facilitan la posibilidad de tener un contacto más íntimo con los locales y de esta manera realizar una inmersión más profunda en la cultura del lugar.
¿Qué cree usted está desaprovechando America Latina a nivel de turismo?
Muchos lugares increíbles en América Latina no cuentan con la infraestructura necesaria para desarrollar una industria turística sostenible, y estas limitantes les convierten en sitios inaccesibles.
También falta capacitación a los locales para que puedan desarrollar sus servicios con mejores estándares de calidad y sin tener que depender de terceros.
En general los gobiernos latinoamericanos deberían planear más y adicionalmente invertir en el desarrollo de mejores infraestructuras que faciliten el crecimiento del turismo responsable en sus territorios.