El presidente Joe Biden está solicitando al Representante Comercial de Estados Unidos que aumente tres veces la tasa arancelaria de China sobre las importaciones de acero y aluminio, mientras realiza una gira por el estado clave de Pensilvania, actualmente un campo de batalla político.
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, expresó preocupación por los subsidios chinos que generan un exceso de oferta de productos de energía limpia, como paneles solares y vehículos eléctricos, lo que podría distorsionar la competencia global.
Funcionarios chinos han negado las acusaciones, argumentando que su capacidad de suministro se debe a la innovación y no a subsidios. Ante esta negativa, la administración el presidente intensifica su presión, considerando que el exceso de capacidad impulsado por China representa un riesgo significativo para la industria estadounidense.
Esta acción de Biden se produce en un contexto delicado, ya que busca equilibrar la política en un año electoral y enfrenta un panorama geopolítico complejo. A pesar de querer mejorar las relaciones con China, Biden debe mantener una postura firme, especialmente ante los votantes trabajadores. Además, rechaza la idea de que los aumentos de aranceles puedan aumentar la inflación, argumentando que protegerán empleos e industrias en Estados Unidos.
El presidente reiterará su oposición a la venta de US Steel a la japonesa Nippon Steel, enfatizando su compromiso con mantener empresas de propiedad y operación nacional. Su postura refleja su compromiso con los trabajadores del acero y su determinación en mantener una política comercial robusta frente a China.