Contemplar la muerte no suele ser una prioridad para la mayoría, pero redactar un testamento debería serlo.
Según un estudio del Centro de Investigación sobre la Jubilación del Boston College, solo alrededor del 34% de las personas tiene un testamento. La principal razón por la que muchos aún no lo han hecho es la procrastinación (44%).
Aunque redactar la última voluntad puede parecer tedioso, su importancia va más allá de las finanzas, según Gal Wettstein, economista investigador principal del Centro. Un testamento asegura que sus deseos se cumplan y que sus activos se distribuyan según su elección, especialmente si las leyes de su estado no coinciden con sus necesidades.
Aproximadamente el 79.9% de las personas tienen la intención de redactar un testamento en algún momento, pero las barreras persisten. Por ejemplo, aunque el 71% aceptaría asesoramiento gratuito para redactar un testamento al firmar una hipoteca, la mayoría no lo haría si se les agregara un incentivo financiero. Esto sugiere que el proceso ya se percibe como complicado y que la gente evita añadir más trámites.
Además del papeleo, muchas personas creen erróneamente que no tienen suficientes activos para justificar un plan patrimonial o un testamento. Sin embargo, estos son esenciales para todos, no solo para los ricos.
La falta de planificación puede poner a los seres queridos en situaciones difíciles y estresantes, ya que las leyes estatales determinarán la distribución de sus activos y pueden llevar a disputas y complicaciones.
Una forma sencilla de empezar es nombrar beneficiarios en cuentas de jubilación y pólizas de seguro de vida, lo que garantiza que estos activos se transfieran según sus instrucciones directas, independientemente de lo que diga su testamento.
Es importante revisar y actualizar el testamente regularmente, especialmente después de cambios importantes en la vida, como matrimonios, divorcios o nacimientos.