El sistema de jubilación de EE. UU. no se posiciona entre los mejores a nivel global. Según el Índice Global de Pensiones 2024 del Mercer CFA Institute, Estados Unidos obtuvo una calificación de C+ y se ubicó en el puesto 29 de 48 sistemas de pensiones analizados, que incluyeron tanto la Seguridad Social como planes 401(k).
Este desempeño es inferior al de hace una década, cuando ocupaba el puesto 18 en un índice similar de Natixis Investment Management, que lo coloca en el puesto 22 entre 44 países este año.
Según Mercer, los Países Bajos ocuparon el primer puesto, seguidos de Islandia, Dinamarca e Israel, que recibieron una calificación “A”. Singapur, Australia, Finlandia y Noruega obtuvieron una calificación de “B+”. Entre tanto, catorce países (Chile, Suecia, Reino Unido, Suiza, Uruguay, Nueva Zelanda, Bélgica, México, Canadá, Irlanda, Francia, Alemania, Croacia y Portugal) obtuvieron una “B”.
Las diferencias en los sistemas de jubilación reflejan las economías, normas sociales y políticas de cada nación, aunque hay ciertos rasgos que influyen en la situación financiera de los ancianos.
El sistema estadounidense se basa en tres pilares: la Seguridad Social, los planes de jubilación en el trabajo y los ahorros individuales.
Su baja posición se atribuye a la limitada cobertura de los planes de jubilación en el trabajo y a la facilidad con que los trabajadores pueden retirar sus ahorros antes de la jubilación. Alrededor del 72% de los trabajadores del sector privado tenía acceso a un plan de jubilación en marzo de 2024, pero solo el 53% participó, según la Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU.
Mahoney subrayó que aunque quienes tienen un plan suelen estar bien, una gran cantidad de trabajadores no tiene acceso a ninguno. En contraste, países como los Países Bajos garantizan cobertura casi universal. Además, los países mejor clasificados imponen restricciones más severas sobre la retirada anticipada de ahorros.
Un 40% de los trabajadores que dejan un empleo retiran sus fondos de pensiones antes de tiempo. Un estudio de 2022 reveló que el 41% de los empleados estadounidenses que se desvincularon de sus trabajos entre 2014 y 2016 retiraron al menos parte de sus ahorros, y el 85% agotó su saldo. Estas retiradas prematuras afectan la acumulación de ahorros para la jubilación.
La Seguridad Social es una fuente vital de ingresos para la mayoría de los mayores de 65 años. Aproximadamente el 90% de este grupo recibe beneficios, aunque estos son más bajos que en países con sistemas públicos de pensiones robustos, como en Escandinavia. Blanchett, de PGIM, argumenta que elevar el beneficio mínimo de la Seguridad Social podría mejorar la situación de los jubilados.
Para abordar estas deficiencias, 17 estados han implementado programas auto-IRA, que obligan a los empleadores sin planes de jubilación a inscribir automáticamente a los trabajadores.
La reciente ley federal Secure 2.0 también amplió la elegibilidad de los trabajadores a tiempo parcial para participar en planes 401(k) y estableció límites más altos para que los empleadores cobren los saldos de los trabajadores que se van.