El plan del presidente electo Donald Trump de imponer un arancel del 25% a las importaciones automotrices provenientes de Canadá podría representar un golpe devastador para la ya frágil industria automotriz canadiense. Ontario, el corazón de la fabricación automotriz en el país, se encuentra especialmente en riesgo, pues produce vehículos y autopartes mayoritariamente destinados al mercado estadounidense.
El primer ministro de Ontario, Doug Ford, advirtió que estos aranceles no solo perjudicarían los empleos en Canadá, sino también a la economía estadounidense debido a la interdependencia de las cadenas de suministro entre ambos países.
“Las piezas y materiales cruzan la frontera varias veces antes del ensamblaje final. Un arancel así encarecería la producción, frenaría la fabricación y costaría miles de empleos en ambos lados de la frontera”, explicó Ford.
La industria automotriz canadiense, que exportó más del 95% de sus vehículos a Estados Unidos en 2023, ha estado recuperándose lentamente tras años de declive y el impacto de la pandemia. En 2022, la producción de vehículos alcanzó 1.54 millones de unidades, muy por debajo de su máximo de 2.9 millones en el año 2000. Además, la transición hacia vehículos eléctricos y los cambios en las políticas públicas han generado incertidumbre en el sector.
Líderes empresariales, como Flavio Volpe, de la Asociación Canadiense de Fabricantes de Repuestos para Automóviles, han señalado que un arancel tan alto sería “existencial” para la industria. En contraste, Ford ha pedido una cooperación renovada entre Estados Unidos y Canadá, sugiriendo construir “una fortaleza económica norteamericana” en lugar de imponer barreras comerciales.
Mientras la administración Trump evalúa implementar estas medidas, el futuro de la industria automotriz canadiense y su relación comercial con Estados Unidos penden de un hilo.