El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha traído un panorama complejo para Panamá, con implicaciones directas en la política bilateral. Durante su reciente discurso, Trump mencionó seis veces al país centroamericano, acusándolo de incumplir el tratado Torrijos-Carter, un reclamo que ha generado preocupación entre las autoridades panameñas por carecer de fundamento.
El Canal de Panamá, una de las principales arterias del comercio global, ha sido clave en la relación histórica entre ambos países. Desde la transferencia de su administración en 1999, Panamá ha sido garante de su neutralidad. Sin embargo, Trump ha insinuado que empresas chinas, que operan puertos cercanos al canal desde 1997, representan una amenaza estratégica, generando tensiones entre ambos gobiernos.
El presidente panameño ha expresado disposición para dialogar, pero dejó claro que cualquier conversación debe respetar la soberanía nacional. Estas tensiones reavivan debates sobre la influencia china en América Latina y el papel de Estados Unidos en la región.
Además, se anticipa que el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, desempeñará un rol importante. Rubio ha destacado la importancia de las democracias latinoamericanas, pero su preocupación por la presencia china podría endurecer la postura de Washington hacia Panamá.
Mientras tanto, expertos sugieren que Panamá debe utilizar canales diplomáticos multilaterales, como Naciones Unidas y la OEA, para reforzar su posición. La incertidumbre sobre las intenciones de Trump mantiene en vilo una relación históricamente estratégica, con el canal como pieza clave del tablero político internacional.