En un giro inesperado, las ciudades fronterizas de México, otrora saturadas de migrantes en busca del sueño americano, se han vaciado casi por completo. De Tijuana a Matamoros, pasando por Ciudad Juárez, las multitudes han desaparecido, dejando atrás albergues semivacíos y calles en un inquietante silencio.
El reverendo William Morton, quien ha dedicado su labor a ayudar a los migrantes en Ciudad Juárez, resume la situación en una frase contundente: “Todo eso se acabó. Nadie puede cruzar”.
El factor Trump: presión arancelaria y medidas de contención
La repentina desaparición de los migrantes coincide con la amenaza del Presidente Donald Trump de imponer aranceles a México si no reducía la migración y el tráfico de fentanilo. En respuesta, el gobierno mexicano intensificó su control en todo el país, implementando retenes, restringiendo visas y dispersando caravanas.
Este esfuerzo ha dado resultados evidentes. Según Enrique Serrano Escobar, responsable de migración en Chihuahua, “los flujos han disminuido en un 90%”. Ahora, quienes logran llegar a la frontera “saben que no pueden cruzar”, asegura el padre Morton.
Refugios vacíos y migrantes sin opciones
En los albergues fronterizos, la situación es crítica. Juan Fierro, pastor del refugio Good Samaritan en Ciudad Juárez, explica que muchos migrantes se han resignado a regresar al sur de México o incluso a sus países de origen. “Se han dado por vencidos”, lamenta.
La cancelación de la aplicación CBP One, que permitía agendar citas de asilo, ha llevado a una reducción drástica en el número de migrantes en espera. José María Lara, director de un albergue en Tijuana, lo confirma: “Ha sido la misma gente desde la toma de posesión de Trump”.
El endurecimiento de la frontera: más guardias, menos cruces
Para reforzar su postura, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, desplegó 10.000 elementos de la Guardia Nacional en la frontera. En Tijuana, han montado carpas y retenes en lugares estratégicos.
Sin embargo, algunos creen que esto no detendrá la migración, sino que solo la hará más riesgosa. “Es solo una pausa hasta que vean mejores condiciones”, advierte José Moreno Mena, de la Coalición de Defensa de los Migrantes.
Esperanza ahora se convierte en incertidumbre
Mientras los albergues cierran y el apoyo internacional se desvanece, los migrantes enfrentan una dura realidad. Un migrante que atravesó la selva del Darién con su familia, sigue esperando una oportunidad. “Todavía tenemos fe y esperanza de que en algún momento Trump se recupere de su locura”, expresa.
Por ahora, la frontera está vacía, pero la pregunta sigue en el aire: ¿será esto el fin del fenómeno migratorio o solo una pausa antes de una nueva oleada?
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