La comunidad venezolana en el sur de Florida vive momentos de incertidumbre tras la decisión del gobierno de Donald Trump de revocar el Estatus de Protección Temporal (TPS) y reiniciar las deportaciones a Venezuela.
En Doral, conocida como “Doralzuela”, donde miles de inmigrantes han construido una vida, el temor se ha apoderado de restaurantes como El Arepazo, un punto de encuentro donde ahora las conversaciones giran en torno a la posibilidad de ser expulsados del país.
“Se siente el miedo”, expresó Daniel Oropeza, a la CNN. Él es beneficiario del TPS, y ahora teme por el futuro de su familia. La medida ha causado indignación entre muchos votantes venezolano-estadounidenses que apoyaron a Trump, sin esperar que su administración tomara una decisión que afectara a sus seres queridos.
“Nos decepcionó que decidiera cancelar el TPS”, dijo también a la CNN, Noel Ginestra, cuya hermana ahora enfrenta la deportación.
La administración Trump justifica la medida argumentando que las condiciones en Venezuela han mejorado, una afirmación que los activistas rechazan con firmeza. Mientras tanto, abogados de inmigración en Doral reportan una avalancha de solicitudes de ayuda, con miles de familias desesperadas buscando alternativas para permanecer en EE.UU.
El impacto económico también es una preocupación. “La comunidad venezolana construyó esta ciudad”, dijo Maureen Porras, vicealcaldesa de Doral, advirtiendo que la deportación de miles de trabajadores podría paralizar la economía local. Mientras el tiempo corre hacia la fecha límite de abril, la incertidumbre sigue creciendo en una comunidad que alguna vez vio en Trump un aliado.