Desde su estreno en 1968, 60 Minutos se ha consolidado como uno de los programas periodísticos más influyentes de Estados Unidos. Con un enfoque investigativo riguroso y reportajes en profundidad, este espacio de la cadena CBS ha destapado escándalos, expuesto irregularidades y abordado temas de gran relevancia nacional e internacional, que le han valido múltiples premios, incluyendo decenas de Emmy y Peabody.
La emisión del domingo 16 de marzo puso de manifiesto la gravedad de lo ocurrido a finales del año anterior, cuando se hizo evidente que el espacio aéreo de Estados Unidos ha sido infiltrado por enjambres de drones que, sin ser detectados, han sobrevolado bases militares y sitios sensibles.
Drones en Langley: una intrusión alarmante
El caso más inquietante ocurrió en diciembre de 2023, cuando más de 40 drones aparecieron sobre la Base Aérea de Langley en Virginia, hogar de los avanzados cazas F-22 Raptors. Jonathan Butner, testigo del incidente, relató: “Empezaron a llegar realmente, casi como en una cinta transportadora”. Durante 17 noches consecutivas, los drones invadieron la base, obligando a reubicar aeronaves de combate.
El general Mark Kelly, testigo del suceso, señaló que estos drones variaban en tamaño y velocidad, algunos tan pequeños como un cuadricóptero comercial y otros del tamaño de un coche pequeño. A pesar de la presencia de aviones de combate y sistemas de vigilancia, los drones desaparecían sin dejar rastro.
Fallas en la detección y respuesta militar
Uno de los mayores problemas radica en que los radares de NORAD, diseñados para detectar amenazas a gran altitud, no pueden rastrear drones volando a baja altura. “Disparar misiles en nuestro territorio no se toma a la ligera”, explicó VanHerck, señalando que la falta de tecnología adecuada ha impedido dar una respuesta efectiva.
El problema no es reciente. En 2019, drones vigilaban buques de guerra frente a la costa de California durante semanas. En el mismo año, la planta nuclear de Palo Verde en Arizona también sufrió incursiones. Más recientemente, en 2024, drones sobrevolaron instalaciones de desarrollo de armas experimentales en California. La preocupación es creciente y sin soluciones a la vista.
Una amenaza con fines desconocidos
El senador Roger Wicker, presidente del Comité de las Fuerzas Armadas, señaló que los drones podrían estar vinculados con labores de espionaje. “¿Qué concluiría una persona lógica? Que estas son incursiones de espionaje”, afirmó, resaltando la preocupación sobre el posible origen extranjero de estos artefactos.
En Rusia, drones ucranianos han destruido aeronaves avanzadas en pleno suelo enemigo. El general VanHerck advirtió que algo similar podría ocurrir en EE.UU. si no se toman medidas drásticas. “Podrían lanzarles munición, bombas o incluso estrellarlos para inutilizarlos”, alertó.
Respuestas insuficientes y medidas urgentes
A pesar de la gravedad del problema, la Casa Blanca minimizó el incidente en Langley, sugiriendo que podría tratarse de aficionados. Sin embargo, VanHerck rechazó esta hipótesis debido a la magnitud de los eventos y el tamaño de los drones involucrados. “Podrían estar vigilando infraestructura crítica o simplemente demostrando que pueden hacerlo sin consecuencias”, agregó.
El general Gregory Guillot, actual comandante de NORAD y NORTHCOM, afirmó que “la amenaza superó nuestra capacidad de detectarla” y destacó la necesidad de nuevos sistemas de defensa. Se están implementando radares más sensibles y kits de tecnología antidrones para responder a estos ataques, con el objetivo de tener una defensa efectiva en un año.
Mientras tanto, la falta de coordinación entre agencias sigue siendo un obstáculo. La Guardia Costera, la FAA, el FBI y la policía local tienen jurisdicción sobre estos casos, pero no existe una entidad única a cargo. “Ha pasado un año desde la incursión en Langley y seguimos sin políticas claras para abordar esto”, lamentó VanHerck.
Una brecha de seguridad preocupante
Quedaron muchos temas sobre la mesa durante la emisión de este domingo de 60 Minutos: “El espacio aéreo de EE.UU. está expuesto a una amenaza silenciosa y persistente. Drones no identificados han demostrado que pueden ingresar y operar en bases militares sin ser interceptados”.
Expertos aseguraron que las autoridades deben actuar con urgencia antes de que esta vulnerabilidad sea explotada con fines hostiles.