La reciente prohibición del colorante Rojo N.º 3 en EE.UU. ha puesto en jaque a otros aditivos utilizados en la industria alimentaria. La medida fue tomada tras décadas de estudios que vinculan este colorante con el cáncer en animales, lo que llevó a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) a prohibir su uso. Ahora, con Robert F. Kennedy Jr. al frente del Departamento de Salud y Servicios Humanos, más regulaciones podrían estar en camino.
Colorantes bajo escrutinio
Desde hace años, defensores de los consumidores han alertado sobre los riesgos potenciales de colorantes como Azul 1, Rojo 40 y Amarillo 5. En California, estos aditivos ya están prohibidos en alimentos vendidos en escuelas públicas, basándose en estudios que sugieren efectos negativos en el comportamiento infantil. A pesar de ello, estos colorantes siguen siendo ampliamente utilizados debido a su bajo costo y atractivo visual.
Europa toma la delantera en regulaciones
Mientras EE.UU. avanza lentamente en la eliminación de colorantes artificiales, Europa ha prohibido algunos aditivos, como el dióxido de titanio en 2022. Utilizado para dar brillo a los dulces, este químico fue señalado por la Comisión Europea de Seguridad Alimentaria como un posible riesgo debido a su acumulación en el organismo. En EE.UU., aunque aún es legal, marcas como Mars Inc. han comenzado a retirarlo de productos como los Skittles.
Una regulación con fallas
El sistema de control de aditivos en EE.UU. ha sido criticado por permitir que las propias empresas declaren la seguridad de sus ingredientes bajo la norma “Generalmente Reconocido como Seguro” (GRAS), evitando la supervisión de la FDA. Kennedy ha manifestado su intención de cerrar esta laguna legal, lo que podría modificar drásticamente la aprobación de nuevos aditivos en la industria.
Impacto en la industria alimentaria
Sustituir los colorantes sintéticos por opciones naturales podría aumentar los costos de producción, ya que estos ingredientes pueden ser hasta diez veces más caros. Sin embargo, expertos afirman que este cambio no afectaría significativamente los precios finales, pues el marketing y el empaque representan una mayor parte del costo del producto. Con la creciente presión regulatoria, la industria alimentaria se enfrenta a un futuro en el que los colorantes artificiales podrían desaparecer de manera definitiva.