Los pasillos del IRS están cada vez más vacíos, y no es por casualidad. Los recortes impulsados por el Departamento de Eficiencia Gubernamental de Elon Musk han provocado una salida masiva de auditores fiscales.
Un informe del Inspector General del Tesoro para la Administración Tributaria, publicado el 2 de mayo, reveló que el IRS ha perdido más de 11,000 empleados desde marzo, lo que representa un recorte del 11% de su plantilla total.
Lo más alarmante es que 3,623 de ellos eran agentes encargados de auditorías, lo que equivale a una pérdida del 31% en ese segmento. Este golpe coincide con la propuesta de presupuesto del presidente Donald Trump para el año fiscal 2026, que plantea recortar al IRS casi $2,500 millones con el argumento de detener el “uso como arma” de la agencia.
En una audiencia reciente en la Cámara de Representantes, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, defendió estos recortes asegurando que ya se han eliminado $2,000 millones del presupuesto de tecnología “sin ninguna interrupción operativa”. Pero no todos están convencidos.
Más de 130 demócratas advirtieron en marzo que esta reducción “daña la capacidad de la agencia para mejorar la recaudación y tomar medidas enérgicas contra la evasión fiscal compleja por parte de los contribuyentes de altos ingresos y grandes empresas”. Estudios han demostrado que auditar al 0.1% más rico genera más de $6 por cada dólar invertido.
A pesar de todo, Bessent se mostró optimista: “Yo esperaría que la recaudación continuara siendo muy sólida”, dijo, apostando por la inteligencia artificial en lugar de “agentes sin experiencia”.
Pero las dudas quedan flotando: ¿quién vigilará ahora a los grandes evasores? ¿es una gabela para los ultraricos?
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