El gobierno de Estados Unidos tomó el viernes una participación del 10% en Intel, consolidando un cambio radical en la política industrial del país. La inversión, valuada en $8,900 millones de dólares, convierte al Estado en uno de los principales accionistas del mayor fabricante estadounidense de semiconductores avanzados. Las acciones de Intel respondieron con un alza de casi 6 % en la jornada, manteniéndose estables en la sesión extendida.
Una inversión estratégica en la única fundición avanzada de EE.UU.
Intel confirmó que la operación incluye la adquisición de $433.3 millones de acciones a $20.47 dólares por título, precio que representó un descuento frente al valor de mercado. La compañía precisó que $5,700 millones provienen de subvenciones ya asignadas bajo la Ley CHIPS y $3,200 millones de premios adicionales para proyectos de seguridad en la fabricación de semiconductores.
En un comunicado, el director ejecutivo de Intel, Lip-Bu Tan, destacó que la empresa es la única capaz de realizar investigación y manufactura de chips de vanguardia en territorio estadounidense, un factor que refuerza la importancia estratégica de la inversión.
Pese a la magnitud de la operación, el gobierno no tendrá asiento en el directorio ni derechos de gobernanza. Sin embargo, se aseguró una opción para adquirir hasta un 5 % adicional si Intel pierde el control mayoritario de su negocio de fundición.
Trump celebra: “Un gran acuerdo para EE.UU.”
El presidente Donald Trump afirmó que la participación accionaria es “un gran negocio” tanto para el país como para Intel. A través de Truth Social, aseguró que Estados Unidos “no pagó nada por estas acciones” y que ahora están valoradas en unos $11,000 millones de dólares.
La movida refleja la visión de la administración Trump de que las inversiones públicas en el sector privado deben traducirse en participaciones accionarias. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, explicó que el dinero de la Ley CHIPS, aprobado durante la gestión Biden, debía generar retorno tangible: “Si entregamos capital, deberíamos recibir acciones a cambio”, dijo a CNBC.
Este mismo año, SoftBank también anunció una inversión de $2,000 millones de dólares en Intel, equivalente al 2% de la empresa.
Entre la competencia global y la “Silicon Heartland”
Intel se encuentra bajo presión competitiva frente a Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), líder mundial en chips para Apple, Nvidia, AMD y Qualcomm. Para cerrar esa brecha, la empresa ha destinado miles de millones de dólares a nuevas fábricas en Ohio, proyecto que bautizó como “Silicon Heartland”.
Sin embargo, en julio, Tan advirtió que no habría “cheques en blanco” y que la construcción de las plantas dependerá de la evolución de la demanda. El complejo recién estaría operativo en 2030.
Impacto para la economía y la comunidad hispana
El ingreso del Estado como accionista marca un precedente en la relación entre Washington y las grandes corporaciones. Para la comunidad hispana en EE.UU., el impacto será doble: por un lado, Intel es un empleador clave en áreas como manufactura y construcción, sectores con alta participación de trabajadores latinos; por otro, el fortalecimiento de la producción local de chips podría abaratar costos en bienes electrónicos y automotrices, aliviando parcialmente la inflación que golpea a los consumidores.
Con este movimiento, la administración Trump redefine el equilibrio entre el sector público y privado en una de las industrias más estratégicas del siglo XXI.
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