La noche del 2 de octubre se tornó crítica para el transporte aéreo en Alemania: múltiples avistamientos de drones en el espacio aéreo cercano al aeropuerto de Múnich obligaron a las autoridades a interrumpir las operaciones. La medida inesperada afectó al menos 17 vuelos salientes y 15 entradas, dejando cerca de 3,000 pasajeros varados o redirigidos a otros aeródromos, como Stuttgart, Núremberg, Frankfurt y Viena. El cierre, decretado poco después de las 22:30 h, se extendió hasta la madrugada, momento en que retomaron los vuelos habituales.
Incursiones precedentes en Dinamarca, Noruega y Francia
No se trató de un hecho aislado. Entre el 22 y 23 de septiembre, el aeropuerto de Copenhague fue paralizado por varias horas tras la detección de dos o tres drones en sus inmediaciones. Las autoridades calificaron el episodio como un posible “ataque híbrido” dirigido a la infraestructura crítica. Ese mismo día, Oslo también vivió una interrupción aérea por actividad de drones.
En los días siguientes, los aeropuertos de Aalborg, Esbjerg, Sønderborg y la base aérea de Skrydstrup reportaron incursiones similares. Las autoridades danesas elevaron la alerta de seguridad y desplegaron medidas de prevención renovadas. Incluso también se avistaron estas aeronaves sobre bases aéreas incluida una en Francia.
Amenaza invisible: surgimiento de un patrón preocupante
El cierre en Múnich ha encendido alarmas en toda Europa. Los aviones no podían despegar ni aterrizar con seguridad, y los controladores optaron por mantener el espacio aéreo cerrado hasta corroborar que no existiera riesgo. La policía federal alemana ha declarado que monitorea “muy en serio” estas acciones, coordinándose con autoridades aeroportuarias, la Deutsche Flugsicherung y cuerpos locales de seguridad. Mientras tanto, expertos advierten que los intentos de neutralización no pueden esperar al desarrollo de culpables: la actuación debe ocurrir en tiempo real.
Estos episodios evocan una nueva modalidad de amenaza: drones que operan silenciosamente sobre zonas sensibles y provocan disrupciones civiles sin que, hasta ahora, se haya identificado responsables claros. En países como Dinamarca se ha reportado más de 500 alertas de drones en un solo día, lo que ha obligado al gobierno a prohibir vuelos civiles no autorizados temporalmente y reforzar la vigilancia del espacio aéreo.
La sucesión de incidentes sugiere un ensayo escalonado para exponer debilidades en los sistemas de defensa aérea europeos. Por ahora no hay reivindicaciones ni datos públicos que vinculen los episodios con actores estatales, pero las sospechas apuntan a grupos altamente organizados con capacidad logística internacional. Ante ello, la Unión Europea y la OTAN evalúan avanzar en el desarrollo de sistemas antidrone y una estrategia común que blinde aeropuertos y puntos neurálgicos contra amenazas de este tipo.
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