En Washington, las piezas se mueven con sigilo. No hay humo blanco aún, pero el pulso político y económico ya late en pasillos y llamadas discretas. La pregunta no es solo quién ocupará el sillón más influyente de la política monetaria, sino qué rumbo tomará el precio del dinero en una economía que convive con tensiones comerciales, mercados sensibles y un Congreso fracturado.
Bessent estrecha el cerco y prepara el terreno
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, coordina la terna y ya tiene una pequeña lista. Según altos funcionarios, tras entrevistas iniciadas desde Labor Day, los opcionados se reducen a cinco, con la expectativa de que, cuando queden tres o cuatro finalistas, el presidente Donald Trump intervenga directamente.
El mensaje político es transparente: la Casa Blanca busca más rapidez en los recortes de tasas y un giro regulatorio pro-crecimiento. En ese marco, Trump ha endurecido su presión pública sobre Jerome Powell, —a quien él mismo nominó—, y ahora critica por “ir lento” con las disminuciones y por “politizar” las decisiones, acusaciones que Powell ha rechazado. Su mandato concluye en mayo de 2026, pero la batalla sucesoria ya comenzó.
Los aspirantes y sus señales al mercado
- Michelle Bowman, hoy vicepresidenta de Supervisión, encarna la corriente de aligerar cargas regulatorias y ha abierto la puerta a recortes más tempranos, rompiendo ocasionalmente con Powell. Si fuese designada y confirmada, sería la segunda mujer en presidir la FED, tras Janet Yellen.
- Christopher Waller, gobernador con credenciales académicas sólidas, también ha defendido recortes apoyándose en moderación del gasto y un mercado laboral que pierde inercia. Ha subrayado, no obstante, la independencia de la FED y que los efectos arancelarios serían transitorios.
- Kevin Hassett, hoy principal asesor económico de Trump y director del Consejo Económico Nacional, aporta sintonía política con la agenda fiscal y de oferta; el presidente lo ha elogiado, aunque también ha ponderado a Kevin Warsh.
- Kevin Warsh, exgobernador y enlace clave con Wall Street durante la crisis de 2008, representa experiencia de mercado y mano firme en choques financieros. Estuvo en la baraja en 2018 y volvió a sonar para el Tesoro antes de la nominación de Bessent.
Más allá de nombres, el telón de fondo es claro: una FED con sesgo a flexibilizar antes, reconocer el impacto de aranceles en precios y márgenes, y ajustar la supervisión para apuntalar inversión y manufactura. El riesgo, advierten operadores, es que un giro demasiado agresivo en tasas alimente volatilidad si la inflación repunta, o que una supervisión más laxa agrande desequilibrios financieros.
Están en juego hipotecas, crédito a pymes y valoraciones bursátiles. Para la comunidad latina en EE. UU., el próximo liderazgo de la FED impacta en cuotas de vivienda, costo de tarjetas y acceso a capital para negocios familiares. Un ciclo de tasas más bajas puede aliviar presupuestos y apoyar el empleo, siempre que la inflación no erosione salarios reales.
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