El futuro de una de las residencias privadas más emblemáticas de Estados Unidos se ha convertido en el centro de un enfrentamiento legal que mezcla riqueza, amistad rota y un préstamo millonario cuya letra pequeña amenaza con despojar a una familia entera de su patrimonio.
Una mansión en disputa y un préstamo explosivo
Karen Winnick, de 79 años, intenta evitar que Casa Encantada —la icónica propiedad de Bel-Air valuada recientemente en $190 millones— sea subastada por ejecución hipotecaria en cuestión de días. La viuda del magnate de telecomunicaciones Gary Winnick afirma que desconocía los términos del préstamo que su esposo firmó con CIM Group en 2020, un financiamiento inicial de $100 millones que incluyó como garantía no solo la mansión, sino también su casa en Malibú, obras de arte, muebles, antigüedades y hasta su anillo de bodas.
Según documentos judiciales, el préstamo tenía una tasa variable que nunca bajaba del 9.55%, algo que la familia describe como “una acumulación de intereses que rápidamente se dispararía y paralizaría incluso a las personas más ricas del mundo”. Tras la muerte de Gary en 2023, la deuda habría ascendido a aproximadamente $155 millones. En septiembre, CIM notificó su intención de subastar ambas propiedades por supuestas moras en los pagos.
Karen y su hijo Alexander presentaron una demanda cruzada acusando a CIM de ocultar información clave, abuso financiero a un adulto mayor y transferencia de propiedad sin consentimiento del cónyuge. “Karen nunca supo, nunca le informaron, nunca vio y ciertamente nunca firmó el contrato de préstamo”, afirma la contrademanda. El abogado de la familia sostiene que el DHS empresarial buscó retratarla falsamente como una parte informada cuando, asegura, no tenía formación financiera para entender un acuerdo tan complejo.
Un imperio en riesgo y acusaciones de traición
La familia argumenta que el cofundador de CIM, Richard Ressler —antiguo amigo de Gary desde su época en Drexel Burnham Lambert— se aprovechó de la vulnerabilidad financiera del magnate en los años previos a su muerte. “En lugar de ayudarlo”, señalan, Ressler habría estructurado un préstamo destinado al incumplimiento para quedarse con todos los activos de los Winnick.
La mansión, de 40,000 pies cuadrados, tiene una historia que incluye a Conrad Hilton y al multimillonario David Murdock entre sus antiguos dueños. Tras adquirirla en el año 2000 por $94 millones —entonces la transacción residencial más cara de EE.UU.— los Winnick la restauraron durante dos años y medio. Gary la consideraba “una obra de arte” y la listó por $250 millones meses antes de fallecer.
Los Winnick aseguran haber encontrado un comprador capaz de saldar cerca del 80% de la deuda, pero acusan a CIM de bloquear la operación al negarse a liberar su derecho sobre la propiedad. CIM, por su parte, califica las acusaciones como “fantásticas” y sostiene que la subasta debe continuar.
Karen Winnick intenta aferrarse a una casa que considera parte de su legado familiar y a un patrimonio que afirma haber preservado por décadas. Su batalla legal busca impedir que una deuda que asegura no entender termine borrando la historia que construyó junto a su esposo.
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