La administración de Joe Biden ha propuesto prohibir el uso de software y hardware chino en vehículos conectados que circulen en las carreteras estadounidenses, argumentando preocupaciones de seguridad nacional.
Esta medida impediría que la mayoría de los automóviles chinos ingresen al mercado estadounidense y forzaría a los fabricantes locales a reemplazar componentes clave en los próximos años.
El Departamento de Comercio expresó que empresas chinas podrían estar recopilando datos sobre conductores e infraestructuras de EE.UU., o incluso manipular remotamente vehículos conectados. La Casa Blanca ya había lanzado una investigación en febrero sobre estos posibles peligros.
La propuesta prohibiría también la prueba de coches autónomos de fabricantes chinos en EE.UU. y afectaría a cualquier software o hardware de otros países adversarios como Rusia. Gina Raimondo, secretaria de Comercio, advirtió que, en una situación extrema, adversarios extranjeros podrían tomar el control de vehículos en masa, provocando caos en las carreteras.
Esta nueva normativa se suma a los aranceles del 100% ya impuestos sobre vehículos eléctricos y baterías chinas. Aunque actualmente son pocos los automóviles chinos en el mercado estadounidense, Raimondo señaló que el gobierno está actuando preventivamente antes de que se conviertan en una amenaza significativa.
La embajada china en Washington criticó las medidas, instando a EE.UU. a cumplir las normas del comercio internacional y a crear igualdad de condiciones para las empresas. La propuesta prevé que las prohibiciones entren en vigor en 2027 para software y en 2030 para hardware.
El gobierno ha abierto un período de 30 días para comentarios del público sobre esta regulación, que se aplicaría a todos los vehículos, excepto aquellos destinados a la agricultura o minería. La Alianza para la Innovación Automotriz advirtió que modificar componentes tomará tiempo, dado que muchos provienen de China.