Los rumores son cada vez más fuertes y apuntan a una jugada que podría sacudir por completo el tablero global del petróleo: una posible adquisición del gigante BP.
Con una valoración de $71,610 millones, BP se encuentra en una posición delicada tras años de bajo rendimiento y un cambio de rumbo que ha dejado a más de un inversor con dudas. Su reciente decisión de reducir inversiones en energías renovables para concentrarse en petróleo y gas ha reavivado el interés de posibles compradores.
“BP es un objetivo potencial de adquisición, de eso no hay duda”, aseguró Maurizio Carulli, analista de Quilter Cheviot. Y los nombres en juego no son menores: Shell, ExxonMobil y Chevron están entre los posibles pretendientes.
Mientras la compañía prepara su junta general anual, la presión aumenta. El fondo Elliott Management ya habría adquirido cerca del 5% de la firma, y grupos activistas como Follow This exigen cambios urgentes.
“BP es la mayor empresa de todas las grandes petroleras con exposición a EE. UU.”, subrayó Michele Della Vigna de Goldman Sachs, quien no descarta una reubicación o fusión transatlántica.
¿El desenlace? Aún incierto, pero los movimientos de grandes como Chevron —que busca alternativas si su fusión con Hess fracasa— o Shell, pese a las posibles trabas antimonopolio, indican que el escenario está maduro para una megafusión que podría cambiar el rostro del sector energético mundial.
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