Estados Unidos libra una guerra silenciosa contra una pandemia que está arrasando con las aves de corral y por ende afectando a una de las industrias más importantes del sector alimenticio.
Desde febrero de 2022, la gripe aviar ha causado la muerte de alrededor de 58 millones de aves criadas en granjas de los EE. UU., el brote más letal jamás registrado.
Este virus elevó el precio del pavo a niveles récord para el Día de Acción de Gracias. Semanas más tarde, el valor de los huevos alcanzó su máximo histórico.
“Estamos librando una batalla épica”, dijo JT Dean, presidente de Versova, uno de los cinco mayores productores de huevos en los EE.UU. “Tenemos que ser perfectos”.
Un dato poco conocido es que la gripe aviar tiene una tasa de mortalidad de casi el 100 %, según confirman los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Es tan contagiosa que incluso una ráfaga de viento puede llevar los excrementos de las aves silvestres hacia el respiradero de un granero y propagar el virus a miles de gallinas, dijo Dean. Las granjas avícolas sacrifican rutinariamente bandadas enteras luego de identificar un solo caso, y así evitar una mayor propagación.
Esta catastrófica situación coincidió con un aumento generalizado en el costo de la mano de obra, la energía y la alimentación del ganado, lo que llevó a los productores al precipicio.
El déficit de gallinas ponedoras envió los precios del huevo al por mayor a un récord de $5.46 dólares por docena en diciembre, según la firma de investigación Urner Barry.
Con tal de protegerse de la infección, algunos avicultores incluso han invertido en la instalación de alarmas de detección de movimiento, conocidas como cañones de sonido, y además sistemas láser iluminados para ahuyentar a los pájaros silvestres sin dañarlos. Los trabajadores han puesto redes sobre las lagunas y otros lugares donde se reúnen las alados no domésticos.
“La amenaza de una infección continúa latente”, dijo Glenn Hickman, director ejecutivo de Hickman’s Egg Ranch en Arizona. “Vamos a tener que desarrollar una forma de hacerle frente”.
A pesar del desolador panorama actual, la industria del huevo en su conjunto se está recuperando más rápido que en 2015 cuando hubo el último gran brote: aproximadamente de tres a seis meses para la mayoría de las granjas, en comparación con los seis a nueve meses de hace 8 años, según el American Egg Board, que representa a los productores de huevo en los Estados Unidos.
Una lección aprendida para los avicultores es reducir el tamaño de las instalaciones y evitar daños masivos. El Sr. Hickman, de Hickman’s Egg Ranch, manifestó que su instalación más grande alberga alrededor de 4 millones de pollos sin jaula, son demasiados pollos en un solo lugar. “Nunca volveremos a hacer eso”, afirmó.
Las nuevas instalaciones serán más pequeñas, albergarán alrededor de un millón de pollos cada una, dijo, y estarán más separadas debido a la amenaza de brotes continuos.
En diciembre, los trabajadores de una de las granjas de Hickman, en Colorado, encontraron pájaros muertos en uno de los graneros. Después que los resultados de las pruebas dieron positivo para la influenza aviar, las 300,000 gallinas del galpón fueron asfixiadas con gas de dióxido de carbono.
El anterior gran brote en los EE. UU. duró desde diciembre de 2014 hasta junio de 2015 y mató a más de 50 millones de pollos y pavos. En ese entonces los funcionarios del gobierno atribuyeron el alto número de víctimas a la propagación del virus de una granja a otra.
En el brote actual, las aves silvestres portadoras del virus son responsables del 84 % de los casos, dijo la Dra. Rosemary Sifford, directora veterinaria del USDA.
Cal-Maine, el mayor productor de huevos de los Estados Unidos, dijo en diciembre que no había tenido ni un solo caso de gripe aviar este año y que estaba trabajando para mitigar el riesgo de brotes. La compañía no reveló cómo ha mantenido a salvo a sus rebaños y se negó a comentar.