Crecen las preocupaciones entre inversionistas debido a la gran incertidumbre política generada por las cuestionables medidas que afectan el orden judicial en Israel.
Las protestas masivas se han intensificado en las últimas semanas, a medida que el parlamento de Israel, el Knesset, se acerca a la creación de una ley que cambiaría profundamente la manera en que opera el sistema judicial.
Los críticos de la reforma, que según las encuestas es la mayoría de la población, dicen que los cambios pondrían en peligro la democracia. Este nuevo orden otorgaría al gobierno el control total de los nombramientos judiciales. También debilitaría a la Corte Suprema hasta el punto de abolir su función de control sobre el poder ejecutivo y legislativo.
Los graduados de programas militares de élite y los reservistas en partes cruciales del ejército israelí, han amenazado con no presentarse al servicio, en protesta por los cambios, demostrando la seriedad y relevancia del movimiento de oposición.
La calificadora de riesgo Fitch, advirtió que la reforma judicial propuesta “podría tener un impacto negativo en el perfil crediticio de Israel al debilitar los indicadores de gobernanza (…)”.
Dijo además que la aprobación de reglas similares en otros países, conllevó a un “debilitamiento significativo de los indicadores de gobernanza del Banco Mundial” para esos territorios.
Fitch señaló que la propuesta judicial en Israel se ha encontrado con “una fuerte oposición política y de la sociedad civil”, lo que a su vez ha dividido a la sociedad en ese país. Israel es la segunda economía más grande por PIB en el Medio Oriente después de Arabia Saudita.
Entre tanto, Moody’s planteó inquietudes similares con respecto al sistema legal y escribió que “la implementación de tales cambios sería claramente negativo para nuestra evaluación de la solidez de las instituciones y la gobernanza, que hasta ahora hemos considerado como una característica positiva del perfil de crédito soberano de Israel”.
Una caída en la calificación crediticia de Israel aumentaría el costo de los préstamos y perjudicaría la recaudación de fondos. Ambos son cruciales debido a la necesidad de inversiones externas de instituciones con sede en los Estados Unidos, Europa y otros lugares.
Hasta ahora, las tres agencias de calificación (S&P Global, Moody’s y Fitch) no han hecho ninguna modificación a su posición frente a Israel, manteniendo alto el actual nivel crediticio.
El gobernador del Banco de Israel, Amir Yaron, ha tratado de calmar a los mercados, aunque hasta ahora se ha negado a ser entrevistado. Sin embargo, en un comunicado del Banco Centra la semana pasada, se informó que “el shekel (moneda de Israel) se ha depreciado”, lo que obligaría al gobierno a actuar con “tremenda responsabilidad” en materia presupuestaria.
El presupuesto es otra consideración que las agencias calificadoras han citado como potencialmente problemática para la economía de Israel ya que el gobierno puede verse presionado a realizar gastos diseñados para beneficiar a sectores selectos de la población que forman parte de la base de la coalición actual.