La última gran erupción del Volcán Nevado del Ruiz sucedió en la noche del 13 de noviembre de 1985 y provocó el fallecimiento de alrededor de 25,000 personas, la mayoría eran habitantes del municipio de Armero, ubicado en la región central de Colombia a 100km de Bogotá.
Es la erupción volcánica que más víctimas fatales ha dejado en los últimos 100 años, y la quinta más mortífera en la historia de la humanidad.
Para ese entonces, el mundo estaba enfocado en las labores de ayuda humanitaria a Ciudad de México, debido a que tan solo 3 meses atrás había ocurrido un potente terremoto que dejó, según cifras oficiales, 3,192 fallecidos. Parte de las ayudas y equipos que aún se encontraban en México fueron trasladados a Colombia.
Al mismo tiempo, se vivió uno de los momentos más vergonzosos de la historia colombiana, debido a la precaria e ineficaz labor de los mandatarios nacionales, locales y organismos de socorro, en los momentos previos a la erupción; y más inaudito aún: se robaron gran parte de las ayudas monetarias y en especie que muchos países habían donado para atender la catástrofe y a sus sobrevivientes. Todo esto sin que el gobierno de la época, liderado por el Presidente Belisario Betancur, hiciera nada al respecto.
El mismo día de la tragedia, cuando comenzaron a caer cenizas en abundancia y el olor a azufre se profundizó, las autoridades, en lugar de ordenar una evacuación, recomendaron a la gente mantener la calma y permanecer en sus casas.
“Llegaban cajas llenas de ropa y juguetes para niños, pero a los damnificados les daban prendas viejas. Además, habían muchos reclamando cosas y no eran de Armero” contó un sobreviviente al diario El País de Cali, Colombia.
“Lo que más les duele es la indiferencia del Gobierno de entonces y del gobernador del departamento del Tolima, donde estaba Armero, Eduardo Alzate, que no hicieron nada para proteger a la población de una catástrofe inminente”, relató a la agencia Efe, Gabrielina Ferruccio, otra superviviente.
Otra de las situaciones aterradoras a las que se tuvieron que enfrentar los supervivientes fue a la pérdida de sus hijos. La desorganización de las entidades gubernamentales a cargo de la primera infancia fue monumental. Algunos niños se reencontraron con sus padres, meses o hasta años después y otros nunca lo lograron, incluso se habla que fueron dados en adopción en el extranjero.
En 1987 el diario El País de España, resume este vergonzoso episodio con un titular muy acertado: “Los supervivientes del Nevado del Ruiz, víctimas de la ineficacia y la corrupción”.
Sobre la reconstrucción de Armero, en otro lugar llamado “Lerida”, el diario español describe lo siguiente: “La tragedia se manejó con criterio político, explica el congresista liberal Mauricio Guzmán; toda la ayuda económica, administrativa, bancaria y política se situó en Lérida para favorecer al político que tenía allí su fortín. Y ésta parece ser la única explicación de lo absurdo de construir un pueblo a la fuerza. Hoy (1987) en Lérida aumenta día a día la prostitución, la drogadicción, el alcoholismo y la delincuencia”.
Solo una pequeña parte de los supervivientes recibió ayudas, la mayoría lo perdieron todo y mientras tanto los corruptos colombianos llenaron sus arcas a costa de la gran tragedia humana que se vivía.
La erupción del Ruiz, le costó al país el equivalente al 2.05% del PIB de esa época.
¿Podría ocurrir lo mismo nuevamente?
A pesar que ciudades como Manizales y Pereira están a menos de 50km del volcán nevado del Ruiz y tienen poblaciones superiores a los 450,000 habitantes cada una, no se encuentran dentro de las zonas de riesgo.
“Aunque es necesario tomar las precauciones necesarias, el departamento de Caldas y la ciudad de Manizales, junto con Pereira, no tendrían mayor afectación en caso de registrarse una erupción” ha reiterado la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo y Desastres.
Por otra parte, las poblaciones que se encuentran actualmente en zonas de alto riesgo son pequeñas y ubicadas en áreas rurales, cuya evacuación preventiva ha iniciado con ayuda del ejército nacional.
El municipio de Armero ya no existe, la erupción lo borró por completo. Solo quedan ruinas y un monumento que evidencia la visita del papa Juan Pablo segundo, meses después del deslave.
Hoy día la actividad del volcán se monitorea con tecnología de punta y en tiempo real. Tanto las entidades públicas de gestión de desastres como la misma población, han aprendido de la tragedia de 1985.
Es probable que antes de una erupción, puedan pasar varios meses y las personas empiecen a bajar la guardia, por ello, es una ardua tarea la que tienen las autoridades nacionales y locales para evitar que haya una nueva tragedia como la de Armero.