Las ventas de viviendas usadas en Estados Unidos aumentaron un 2% en julio frente a junio, alcanzando un ritmo anual de 4.01 millones de unidades, según la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios (NAR). El dato sorprendió al mercado, que anticipaba una caída. Frente a julio de 2024, las ventas crecieron un 0.8%.
Este repunte refleja contratos firmados en mayo y junio, cuando las tasas hipotecarias a 30 años cedieron ligeramente tras superar el 7% en mayo y cerrar junio en 6.67%, de acuerdo con Mortgage News Daily.
El inventario de viviendas alcanzó 1.55 millones de unidades, el nivel más alto desde 2020 y un 15.7% mayor que un año antes. Aún así, sigue por debajo de los niveles prepandemia. Con una oferta equivalente a 4.6 meses, el mercado sigue siendo favorable a los vendedores, aunque se acerca al equilibrio de seis meses.
El precio medio de una vivienda existente fue de $422,400, apenas un 0.2% superior al de julio de 2024. Aunque encadena 25 meses de alzas interanuales, la desaceleración apunta a un posible punto de inflexión. Lawrence Yun, economista jefe de la NAR, destacó que el crecimiento salarial ya supera al de los precios de vivienda, lo que mejora la asequibilidad y amplía las opciones para los compradores.
El dinamismo se concentró en las propiedades de lujo: las ventas de viviendas por encima de $1 millón crecieron un 7.1% interanual, mientras que en el rango entre $100,000 y $250,000 retrocedieron levemente y las de menos de $100,000 cayeron 8%. Los inmuebles tardan más en venderse, con un promedio de 28 días frente a 24 hace un año.
Los inversionistas tuvieron un rol más activo, representando el 20% de las compras frente al 13% del año pasado. Además, el 31% de las transacciones se cerraron en efectivo, un nivel “inusualmente alto”, según Yun, impulsado por la riqueza en bolsa e inmuebles.
Para la comunidad hispana, el panorama es mixto. Por un lado, el aumento del inventario y la moderación de precios ofrecen más oportunidades a familias que buscan vivienda en mercados como Florida, Texas y California, donde los hispanos representan una parte significativa de los compradores primerizos. Sin embargo, las tasas hipotecarias aún elevadas limitan el acceso al financiamiento, especialmente en segmentos de ingresos medios y bajos. La mayor participación de inversionistas también eleva la competencia en zonas donde muchas familias hispanas intentan acceder a su primera casa.
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